Perfect Days – Encontrar la felicidad en las pequeñas cosas

La última película de Wim Wenders nos hace reflexionar acerca de cómo vivimos nuestro día a día, y pone en perspectiva el peso que a veces le otorgamos a ciertas preocupaciones secundarias.

A través de un ritmo lento, pero muy ameno, se retrata la vida de Hirayama (Kôji Yakusho), un limpiador de baños públicos en Tokio. Cuando comienza la película, no sabemos nada del entrañable personaje, pero a medida que le acompañamos en sus días, tardes, y noches, empezamos a conectar con él.

Utilizando muy poco diálogo, pero mostrando de manera tan transparente al protagonista, el director nos muestra que la felicidad quizá está más cerca de lo que crees, si valoras lo que importa realmente.

El propio director dijo también en la alfombra roja de los Oscar que la película es una carta de amor a la cultura nipona, y hace uso del cine como un escaparate para el resto del mundo.

«A medida que le acompañamos en sus días, tardes, y noches, empezamos a conectar con él.»

El largometraje dibuja una gama muy variada de imágenes de la capital japonesa, con amaneceres preciosos, noches solitarias, e interiores típicos de la ciudad. Estos últimos espacios se reflejan como santuarios para muchas personas, que encuentran en ellos refugio del ritmo vertiginoso del día a día. Lugares como parques, tiendas analógicas, restaurantes callejeros, o incluso saunas. El elemento común que se da a lo largo de toda la historia en cada uno de los escenarios, es la calma que transmiten.

A través del papel de Niko (Arisa Nakano), la sobrina del protagonista, interpretamos el mensaje de que, a veces, por muchos lujos que tengamos, lo importante reside en un compartimento ajeno al dinero. Es por esta razón por la cual la película consigue emocionarnos, y que nos paremos a reflexionar acerca del tiempo que tenemos.

Por último, añadimos que Kôji Yakusho, que fue premiado como mejor actor en el Festival de Cannes de 2023, realiza un papel enternecedor, y se gana nuestro cariño más y más con cada minuto que pasa. El encuentro con su hermana consigue mostrar al espectador un lado del personaje que se mantenía oculto, esperando al momento perfecto para ser revelado.

Y es que a lo largo de la película, vemos a un hombre que aparentemente está siempre feliz, que disfruta de los pequeños placeres de su vida, y que no cuestiona en ningún momento su propósito. Tras un punto de inflexión, Wim Wenders nos enseña la verdad: el protagonista ha conseguido, con esfuerzo, mantener a raya la tristeza durante toda la película; y se refleja en cada amanecer, en los ojos brillantes de Hirayama, esa lucha por disfrutar de todos los días de su vida.

Deja un comentario

Crea una web o blog en WordPress.com